Acabando el año

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El año termina y pronto nos inundarán los comentarios y artículos sobre la situación económica, balances finales, estimaciones para el siguiente año, y toda clase de previsiones; considerando la grave crisis en que nos encontramos sumidos, ese material tendrá como denominador común responder a la pregunta esencial: ¿cuándo terminará la crisis? No me siento capaz de responder a tan seria pregunta, pero sí me atrevo a desgranar algunos datos y yo diría “apuestas” (porque no llegan al nivel de previsión) sobre cómo terminaremos el ejercicio.

No hace falta ser muy perspicaz para apostar a que España no cumplirá el objetivo de déficit  del Plan de Convergencia, -6,3%, y  particularmente me temo que  superaremos  el  -7,5%. Para demostrarlo se me ocurren dos caminos distintos: uno, utilizando tantos datos como sea necesario para  justificar el razonamiento, que es una vía tediosa y difícil de seguir por quien no sea aficionado a la economía; otro, solicitando al lector que dé por analizados esos datos y asuma mis conclusiones, que no es un método científico, ya lo sé, pero facilita bastante la lectura. Hoy optaré por la segundo vía, porque en anteriores ocasiones he abusado de los números; y además, no me alejaría mucho del tipo de razonamiento que haría cualquier analista de inversiones extranjero al revisar el cierre de ejercicio español.

Así pues, mi “apuesta” sobre el final del ejercicio se apoya básicamente en las siguientes razones:

– Aunque el Gobierno Central está aireando su confianza en que sí cumplirá la parte del sacrificio que le correspondía, las cifras finales serán peores, como se deduce de algunos comentarios que las autoridades están deslizando en sus intervenciones públicas, sobre todo las relativas a que “no hay que sacralizar las cifras”, “que en un entorno de recesión es muy complicado reducir 2,6 puntos el déficit público” y la más reciente del Gobernador del Banco de España diciendo “que no es completamente seguro que se alcance el objetivo de déficit para este año”.

– La mayoría de las Comunidades Autónomas incumplirán sus objetivos de déficit, sobre todo las más grandes, porque apenas han reducido los gastos y su recaudación ha caído considerablemente; además, como muchas pequeñas y medianas empresas conocen para su desgracia, no ha desaparecido del todo la fea costumbre de no contabilizar los gastos corrientes en el ejercicio en curso, dejando algunas obligaciones aparcadas en el cajón para un futuro próximo.

– Una gran parte de los ayuntamientos pequeños y medianos han hecho bien sus deberes y empiezan a tener cierta liquidez; pero los grandes mantienen un nivel de gasto igual de descontrolado que las comunidades autónomas menos restrictivas, habiendo caído considerablemente la recaudación y, por tanto, en conjunto incumplirán sus objetivos, aunque con menos desviación que aquéllas.

– Finalmente, la Seguridad Social terminará también con déficit, porque la evolución de cotizantes y perceptores sigue deteriorándose y, como por desgracia  han sufrido en carne propia los pensionistas, ha habido dudas sobre si cobrarían la extra de Navidad, y lo que es peor, las actualizaciones para el próximo año han sido menores de lo que establecía la Ley.

–  Por el lado de la producción, denominador del objetivo de consolidación, no cabe esperar ayudas en esta lucha, porque el último trimestre del año está dando síntomas evidentes de menor actividad, especialmente consumo privado y  de demanda débil en el exterior; sólo los ingresos por turismo están superando las expectativas; es decir, los ajustes que está realizando el sector privado de la economía no son suficientes para que el crecimiento del PIB compense la desviación de los gastos, especialmente del sector público en todos sus niveles  e ideologías.

En vista de esta “apuesta”, repito el término porque no se trata mas que de eso, una previsión con cierto razonamiento de base, podría deducirse una perspectiva muy pesimista para el año próximo, y no sería del todo correcto, porque junto a las deviaciones citadas, creo que también empieza a observarse algunos pocos indicadores de que la economía puede estar tocando el suelo de la caída, lo cual no significa que vaya a rebotar, sino simplemente que a lo mejor el próximo año los agentes económicos empezamos a pensar que los precios ya no van a caer más. Y como buen propósito para el año nuevo me propongo dedicar tiempo a comentar las débiles señales positivas, para contrarrestar un poco el ambiente negativo que nos inunda, destacando cuatro:

–  Los políticos tendrán que atacar con más fuerza el gasto improductivo, porque sigue siendo excesivo y los contribuyentes no aceptarán de buen grado más presión recaudatoria.

– Aunque ha sido a la fuerza, el sector privado de la economía ha ajustado sus variables a la situación de crisis, estando preparado para aprovechar la menor oportunidad que se presente.

– Los datos de crecimiento para Europa no son tan buenos como hace unos meses, pero no cabe esperar una caída abrupta, así que sigue quedando margen para la exportación siempre que la relación calidad / precio de nuestros productos y servicios continúe mejorando.

–  Un gran número de empresas e innovadores españoles han empleado su conocimiento, recursos y experiencia en investigar nuevos mercados, llegando a un nivel suficiente para internacionalizar su actividad, y compensar de ese modo la atonía del mercado local.

 

 

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