Los españoles, ejerciendo su soberanía, han decidido que los gobiernos municipales de la Nación sufran un monumental cambio, unido a una renovación personal de los cuadros dirigentes de los Ayuntamientos, hasta el punto que en cientos o miles de lugares los equipos de gobierno están formados por gente que hasta ahora poco o nada sabía de la vida administrativa de una Corporación Local.
Ello está dando pie que, siendo algunos de ellos gente muy imaginativa, se pongan a pensar en como cambiar el statu quo de hoy para mañana. Y a veces tienen una ocurrencia.
Bien. Eso de tener ocurrencias está bien, pues si no nos dedicáramos a pensar en como cambiar las cosas, siempre todo sería igual, lo que supone que nunca mejoraríamos. Lo mejor es enemigo de lo bueno, por lo que aun estando en una buena situación, si queremos mejorar hemos de cambiar.
Pero siendo partidario del cambio y de las ocurrencias, creo que hay que poner un filtro de cordura antes de lanzar anuncios. Y lo digo no por una en concreto ni de un grupo en particular, pero para que se me entienda mejor voy a poner un ejemplo.
La flamante Alcaldesa de Madrid ha debido pensar que las empresas adjudicatarias de la limpieza de los colegios cuestan demasiado y se le ha ocurrido que los madrileños ahorrarían mucho si la limpieza la hicieran las madres de los alumnos. Con esa medida, se quitaría un negocio a unas empresas seguramente capitalistas y se liberarían importantes recursos económicos para minorar la deuda municipal o financiar nuevos proyectos.
Enseguida ha surgido una crítica, ya que la propuesta es machista, al poner a fregar a las madres y no a los padres. Pero se nos ocurre que en la práctica puede tener dificultades para los padres que tengan que limpiar y el horario de la limpieza coincida con el de su trabajo. ¿Quedarían liberados o tendrían que pagar ellos a una persona que les sustituyera?
El segundo ataque ha venido desde el lado sindical. La proposición no parece haber considerado que cientos o miles de miembros del personal de limpieza de los Colegios quedarían sin trabajo. O sin trabajo remunerado los que a su vez sean padres de alumnos, que seguirían limpiando, pero no cobrando.
Lo que no hemos oído aun es la oposición de las empresas adjudicatarias. Quizás por estar haciendo cuentas del importante negocio que les puede suponer el invento. Por un lado se liberan de las plantillas que tienen a bajo coste, por ser por motivos objetivos al verse privadas de su negocio por una medida de la Administración. Pero también calculando las indemnizaciones que podrán exigir por la rescisión de unos contratos perfectamente legales, que en el ámbito jurídico español y europeo, no pueden ser expropiados a placer al modo como sufren algunas empresas españolas en ciertas repúblicas bananeras. Es posible que algunos directivos y accionistas de esas sociedades se estén frotando las manos pensando cambiar un negocio que a lo mejor no está funcionando tan bien con la crisis como en su momento pensaron por otro cómodo y sin riesgo.
Lo triste del caso es que el ridículo que algunas propuestas están sufriendo se podría evitar. Bastaría que, antes de llamar a la prensa para anunciar algo, los nuevos ediles consultaran al personal que tienen para asistirles. Muchas veces se acusa a los empleados públicos de afinidad con los equipos de Gobierno. Pero es solo por ignorancia, pues si se parasen a pensar se darían cuenta que un colectivo de empleados públicos que no colabore con quien gobierne el Ayuntamiento, si lo hace dentro de los cauces de la legalidad, no es un buen colectivo. También es cierto que a veces algunas personas tienden a decir “así no se puede hacer”, en lugar de “no se puede hacer de esa forma, habría que …” Pero a lo mejor también hay que preguntarles, ¿Cómo habría que hacerlo?
Y los que nos queda por ver. Seguro que supera lo que ha provocado esta excelente entrada.
Un saludo.