Empresas que Controlan Gobiernos

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Empresas que Controlan Gobiernos

La decisión del presidente francés de adjudicar a una empresa privada el control de los objetivos a cumplir por los ministros que forman parte de su Gobierno no puede dejar indiferentes a quienes nos dedicamos a meditar acerca de las estructuras de poder y las organizaciones políticas.

Me parece que se trata de una medida de grueso calado que pone en cuestión muchas de las enseñanzas que hemos recibido y sobre las cuales vivimos -de una forma crítica- pero conscientes de ser las mejores inventadas hasta ahora por el ingenio humano. 

 

En España ha habido algún precedente, en tono moderado, de esta novedad francesa. Recuerdo que, cuando yo estaba de secretario general técnico en el Ministerio para las Administraciones públicas (finales de 1982 – principio de 1987), se encargó a una empresa que se llamaba -creo-  “Hay” el seguimiento de los distintos cometidos de los altos cargos. Se trataba de intentar introducir racionalidad en determinados organigramas. A mí me visitaron unos caballeros de la citada organización empresarial y me sometieron a un interrogatorio acerca de cuáles eran las exactas competencias de un secretario general técnico, que yo expliqué con impaciencia pero de la manera más educada posible. A subrayar que las pesquisas nos afectaban a los directores generales y a los subsecretarios, no a los ministros, que quedaban fuera del ojo controlador de aquellos ejecutivos tan sabios.

Tal como los escépticos habíamos pronosticado, aquella operación no sirvió para nada, excepto para justificar el pago del precio a la empresa.

Francia, su presidente, va más lejos. El control afectará a los ministros quedando fuera del mismo únicamente quienes ostentan las jefaturas del Estado y del Gobierno.

¿Qué decir? Pues que uno se dedica a repasar las teorías de la democracia que en el mundo han sido y son y no acaba de encontrar una respuesta adecuada. Tenemos en la cabeza desde el segundo tratado sobre el gobierno civil de Locke y el origen de la desigualdad de los hombres más el contrato social de Rousseau y de ahí para adelante: los “papeles federalistas”, Tocqueville, Stuart Mill, el propio Marx, Max Weber, Schumpeter et alii y la verdad es que las cuentas no nos salen. Rousseau, en concreto, se daría hoy – a la vista de su presidente- a su afición musical con más intensidad, y Tocqueville viajaría de nuevo a América para comprobar si por aquellos pagos se estilaban semejantes prácticas.

Un autor alemán moderno, que lleva escribiendo desde los años setenta, sobre los desafíos que al sistema democrático presentan el nuevo mundo, las técnicas, los procesos migratorios etc, Fritz Scharpf, no ha llegado nunca tan lejos como el audaz presidente francés. Porque, cuando analizamos esta alternativa de “control empresarial” lo que nos estamos planteando es el papel de los mecanismos clásicos propios de un sistema parlamentario. En primer lugar, el de la Asamblea nacional francesa, con sus comisiones, cuya función se verá mediatizada por las actividades que, paralelamente, despliega una empresa privada.

Pero no es solo el Parlamento la organización puesta en cuestión (por usar este galicismo) sino el resto de los órganos de control: ¿para qué servirá a partir de ahora el Tribunal de Cuentas? ¿para qué las instancias encargadas de la inspección de servicios en el seno de las propias Administraciones? Creo que una medida como la comentada no se puede tomar de forma aislada. Tendría sentido en el contexto de una meditación seria y profunda acerca de las estructuras burocráticas y de la representación política ¡nada menos! ¿Algo de esto se ha hecho en el gobierno francés? No lo parece, no tenemos constancia de ningún informe serio encargado a personalidades independientes que se haya ocupado de este asunto, lo que ha sido práctica constante en el país vecino (recuerdo, de entre las relativamente recientes, a la Comisión Attali y tantas otras).

Yo quisiera suscitar en este blog este debate entre las personas que amablemente me leen e incluso me objetan o precisan mis afirmaciones. Adelanto, a la espera de concluir el período de prueba, mi impresión: no parece que estemos ante una decisión seria ni meditada. Estamos ante una ocurrencia.

11 Comentarios

  1. Efectivamente, las medidas adoptadas por el presidente Sarkozy hay que tomarlas con precaución, ya que ponen en tela de juicio algunos pilares del sistema democrático como el parlamento, el tribunal de cuentas, etc. que ya tienen reconocidas esas funciones de control.

    Son medidas peligrosas, que conllevan un riesgo importante, y se han tomado desmasiado a la ligera, no ha existido ni siquiera un debate previo.

  2. Como bien dice el profesor Sosa, a mi a priori no me gusta la medida, y tampoco creo que haya sido reflexionado lo suficiente.

    A pesar de ello, no deja de poner en manifiesto que los mecanismos clásicos de control han fracasado, y que son insuficientes para alcanzar no sólo una acción gubernamental transparente, sino también una acción gubernamental eficaz a lo que no deberíamos de renunciar.

    La administración pública tiene muchas cosas que enseñarle a la empresa privada, especialmente en lo que se refiere a la conciliación de la vida laboral y profesional, y el respecto al ámbito privado de los trabajadores. Pero al mismo tiempo, también puede aprender mucho de empresa privada, especialmente en eficacia y en modelos de organización más profesionalizados.

    El presidente francés asignó en agosto a sus ministros unos objetivos medibles y supedito su permanencia en el puesto a la consecución de esos objetivos. Si estas medidas ayudan a mejorar la gestión pública y la competencia de nuestros políticos, bienvenidas sean.

    No me gustan a priori, pero deberemos de dar un voto de confianza y evaluar después si estas medidas ayudan a mejorar un sistema, que si bien no es malo, si es mejorable.

  3. Bien interpretado parece que la medida en el fondo no haya sido mas que una especie de delegación con la que el Presidente se quisiera librar de parte de la carga de ciertas obligaciones y responsabilidades propias del cargo (aquellas que generan la culpa in vigilando), posiblemente con la finalidad de poder dedicar su tiempo a otras cosas (aquí que cada uno ponga su apuesta, sobre todo una vez que se han dado a conocer por la prensa algunos aspectos de su vida privada).

    Y en este sentido puede que la medida sí sirva a quien la ha establecido.

    Pero, desde luego, vista desde el lado de sus Ministros (y, por ello, también desde el enfoque de resultados), la medida no es sino una muestra de desconfianza latente y supongo que muy incómoda además, para trabajos que son difícilmente cuantificables y por consiguiente solo relativamente susceptibles de medición (medición, por cierto, siempre arriesgada porque puede no ser adecuada en sí misma en función del error de cálculo del que la prepara o no serlo en función de según que destinatarios la padecen), que muy posiblemente al final solo sirva para dificultar el trabajo real de los que seria y responsablemente habrían hecho bien su trabajo solo controlados por su propia conciencia y estimulados por su personal inquietud y vocación, y para que el resto ensaye -quizá con éxito- las mas variadas tretas para engañar a quienes controlan.

    Así y todo, creo que todos los esfuerzos destinados a lograr productividad al máximo mediante cualquier tipo de control que fuerce a la presencia o al resultado -aparte de que es eludible en cualquier caso- están destinados al fracaso porque el mecanismo conduce al desgaste, a la quiebra de la salud de quienes lo sufren y, por tanto, a la quiebra mediata de la empresa que los impuso y del objetivo a lograr en cada una de ellas. Algunas antiguas teorías acerca de la productividad están empezando a cambiar de signo tras ser revisado su coste social y humano y el conjunto de repercusiones e interacciones antes no bien analizadas.

    Estoy convencido de que los mecanismos sicológicos que mueven el motor del ser humano son de tal complejidad que son los ajustes naturales por sí mismos los que mejor resuelven todas las eventualidades de una vida (y, por tanto, de una tarea). En cierto modo es el juego de la vocación, la capacidad y la conciencia individual el único que puede resolver bien (pese a algunas irremediables disfunciones coyunturales) la efectividad de cualquier proyecto o empresa que dependa de la actitud humana.

    Una última pregunta para el experimento Sarkozy: ¿Quién controlará a la empresa que controla a los Ministros? Y

  4. No conozco el aparato administrativo estatal frances como para opinar con unos conocimientos sólidos, el estatal y autonómico español de un cierto roce y el local español de una íntima y decepcionante relación. Y los por qués de un medio ambiente en el que florece el escaqueo, la irresponsabilidad, la improvisación, el abuso de derechos con el resultado de una profúndisima y amplísima quiebra del principio de igualdad entre los privilegiados que estamos dentro y los «pringaos» de fuera, esos por qués, se los adjudico yo a la nula voluntad de controlar con la meta puesta en la eficiencia. Bienvenido cualquier y todo mecanismo que incorpore responsabilidad y control.

  5. No parece que puedan surgir sorpresas a raíz de esta decisión, pues posiblemente sean las empresas que deciden/vigilan el quehacer del núcleo duro del gobierno, las que decidirán/vigilarán a las empresas a las que se contrate para controlar al gobierno (al menos, en lo que a su núcleo duro se refiere) y, como siempre … todo lo que importa quedará en Casa.

  6. La propuesta de Sarkozy no deja de ser otra muestra de su vocación mediática y popularista. Es una medida claramente electoral, sin un fundamento real que la sustente y además es peligrosa.

    ¿Qué valor puede tener el informe de estas empresas de auditoría? Pensemos en la incoherencia, «el gobierno francés va a contratar a una empresa que les va a evaluar y si la evaluación es negativa tendrán que cesar del cargo»

    Todos los sistemas son mejorables, y la administración pública no es un ejemplo de eficiencia, y cuesta mucho introducir mejoras… pero no podemos golpear los pilares esenciales de funcionamiento del sistema con medidas «sacadas de la manga» en el último momento. Hay que ser más serios.

    Totalmente de acuerdo con la opinión del profesor Sosa Wagner.

    Un Saludo para todos

  7. Lanzo una preguna,

    En el supuesto de que la medida se aplicará en España, ¿qué indicadores pondriaís para controlar la gestión del ministro de Administraciones Públicas?:

    – Mejorar la Financiación de los Ayuntamientos
    – Garantizar la independencia de los profesionales
    – Crear agrupaciones con los Ayuntamientos de menos de «x» habitantes
    – Acabar con la interinidad
    – [..]

  8. Eliminar la «libre» designación o mejor dicho el nombramiento dedocrático y residenciar la potestad retributiva y disciplinaria de los habilitados estatales en el Ministerio. Así como también la evaluación del desempeño.

  9. Desde un punto de vista tecnico, medir, se podria medir la eficiencia de los procesos internos de un ente publico y hasta se podria redefinir mejor la propia estructura organizacional. Los ministerios hoy en dia tienen organizaciones similares al mundo empresarial de hace decadas y no seria muy dificil incrementar la productividad, simplemente a traves de una reingenieria de procesos.

    Sin embargo para medir los logros de un ministro, suena un poco a parodia ¿Sera Arthur Andersen la encargada? ¿Como separar en un contrato publico la influencia de quien paga sobre la auditoria de que quien cobra? Maxime cuando el 99% de las auditoras han fracasado ampliamente en sus tareas y deberes al auditar a bancos, aseguradoras y fondos de inversion.

    El control a la funcion ejecutiva de cualquier pais, debe permanecer en la funcion legislativa y si se tercia, la judicial. Creo que cualquier otra cosa es desvirtuar todo el sistema, otra cosa es que posiblemente sea mas facil controlar al ejecutivo cuando existe una separacion real, entre el mismo y la funcion legislativa.

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